La dureza del deporte de máximo nivel, que te lo da todo pero también te lo quita. Y frenética (y polémica) la lucha a contrarreloj que ha intentado Thomas Bishop para colarse en el TOP mundial que permitiera a Reino Unido obtener esa 3ª plaza en hombres; que finalmente no han conseguido. Unos últimos meses de infarto para Bishop con viajes duros y largos y competiciones de máximo estrés que le han pasado mucha factura, tal y como reconoce el propio triatleta tras unos días de descanso y de decir definitivamente adiós a su sueño olímpico. El «culebrón Brownlee» tuvo varias actuaciones estas últimas semanas pero no fueron suficientes.
«Amar el viaje es no aceptar tal final. He descubierto, a través de una experiencia dolorosa, que el paso más importante que puede dar una persona es siempre el siguiente». Con esa frase de Brand Sanderson comenzaba Thomas su confesión; unas palabras que reflejan lo que ha sido para él tener que soportar en sus hombros el peso de un país entero.
«Me he tomado un tiempo para recuperarme, no solo del fin de semana pasado, sino del mes anterior y, en realidad, de los últimos años. No entro en la clasificación olímpica. No me clasifiqué para los Juegos Olímpicos de este año en Tokio; mi búsqueda de puntos se quedó corta. La realidad es que nuestro deporte es brutal. Tienes que luchar por cada posición, luchar contra las lesiones, correr a través de las caídas y salvar todos los puntos que puedas, incluso cuando te sientas en tu peor momento. Oh, y esa es solo la parte física de nuestro espíritu. Los desafíos psicológicos del deporte son mucho más profundos y pueden ser mucho más perjudiciales. Todos tratan a su manera, pero siguen apareciendo», reconoce un Bishop dolido y aquejado por la dureza psicológica que ha supuesto para él permanecer durante tanto tiempo a la sombra de los «Brownlee».
«Hay tantas historias por ahí que probablemente las extrañará. No todos terminan felices, ¿cómo pueden hacerlo? No me gusta terminar libros, no quería leer el capítulo final de Las Reliquias de la Muerte. Pasé la página de mi historia olímpica, pero el libro aún está abierto. Estoy lejos de terminar», finalizaba Bishop su confesión social antes de un merecido descanso…
