Los ritmos avanzan a ritmos de vértigo. Un nuevo ejemplo nos lo trae el joven francés Raphael Montoya. A sus 21 años está inmerso en la élite mundial. Campeón del mundo júnior, pero no queda ahí la cosa. Ya ha empezado a “partirse la cara” en las Copas del Mundo absolutas. Su último gran resultado, su 4ª plaza en la Copa del mundo de Cape Town detrás de un trío de ases sudafricanos. Corrió en 14 minutos y 56 segundos el 5.000 final, una marca que habla por sí sola.
Pero “el gran hachazo” lo consiguió a su vuelta de Sudáfrica, en los 10 kms de Cannes. Un 10.000 homologado repleto de atletas de élite, donde Montoya se alzó con la medalla de bronce con una escalofriante marca de 29 minutos y 35 segundos, a tan sólo 1 segundo de la plata y 3 del oro.
Sin duda unas marcas que hablan por sí solas, quien los mismísimos Javier Gómez Noya o Mario Mola, por poner varios ejemplos, no fueron capaces de lograr a su edad. Esto deja al descubierto que cada año hace falta ser mucho más rápido para ganar, y que no es una locura cuando varios triatletas dijeron que en años venideros habrá que estar rozando los 29 minutos en la carrera a pie de un Triatlón para poder ganar.