Cuenta la leyenda, que no hace mucho tiempo había un chico que buscaba volver a lo que era su sueño: Competir con los mejores del mundo en la modalidad de Ironman en Hawai.
De manera que su aventura pasaba por visitar una pequeña aldea en el Reino Unido llamada Bolton.
En un día de lluvia tras levantarse a las 2:30 am, el valiente calentaba sus motores antes de la gran batalla con unas sensaciones que hacía tiempo que no tenía, nos preparábamos para un día duro de verdad. Una prueba que lo tenía todo al estilo UK.
Solo con un buen calentamiento en seco y tras zambullirme en un Pennington flash de 18’5 grados 3′ antes de la salida, se daba el bocinazo de partida.
Los primeros 300m son muy intensos como de costumbre pero a diferencia de los otros casos, en este me mantengo en el grupo de cabeza hasta completar la primera vuelta, de ahí en adelante la cosa se complica, ya que el triatleta que me precede se descuelga, cortándome del grupo y tras una pelea constante con los AG, llego a la T1 con 2′ de diferencia sobre el grupo de cabeza.
Una transición lenta con manguitos y guantes, y sin nadie a mi alrededor, me dispongo a afrontar unos 180km con un diluvio de bienvenida, que si lo sumamos a lo miope que soy, me dificultaba la visibilidad hasta tal punto que en cada cruce tenía que preguntar a los voluntarios «Which way please…». Hasta que en el punto clave nadie me contestó, y al cabo de unos 3km un buen samaritano con credencial de juez de la WTC me llama la atención por mi nombre y me dice que me he equivocado de camino, de manera que me reconduce hasta el punto de origen de dicha perdida.
-Venga… Esto es muy largo, ya verás cómo lo recuperas.
Un circuito de ensueño que entre problemas mecánicos y nutricionales se convirtió en un verdadero infierno psicológico, de manera que deposito mi confianza en la maratón final y tras hacer una buena bici a nivel de valores de Potencia, y aunque no se vea reflejada, llego a la T2 dispuesto a subsanar todo lo precedente, pero…
Milla 4 y empiezan los problemas de verdad. La barriga se endurece, y no por mis abdominales no… sino porque está totalmente bloqueada… no se absorbe nada desde hace ya un buen rato, y cómo lo sé…? Porque se me empieza a ir un poco la cabeza y me cuesta mantener un rumbo recto, empiezo a ladear y veo como Kona se aleja en el fondo de mi cabeza. Los músculos se acortan, incluso el braceo, las lumbares se contraen, y la zancada cesa hasta tal punto que sólo pienso en llegar a la altura de mi amigo y compañero Aleix y de Joan Jordi, que debutaba como suporter. Es allí donde me digo: Miquel, lo has dado todo y más, no sigas o lo pagarás caro, y finalmente mi cuerpo ha dictaminado la sentencia: DNF!