Nos encontramos en ese momento del año en el que las piernas pesan, los brazos son hormigón armado, y las competiciones parecen lejanos oasis en el desierto.
Sin embargo, para el triatleta amateur es común, en su paseo diario por las RRSS de nuestros grandes ídolos, ver cómo estos sacan “papel y boli”, y se plantean sus objetivos de la temporada.
Esta magnífica “costumbre” no es sólo propia de profesionales, sino que tú (querido lector) también deberías hacerlo.
Por si no sabes cómo gestionarlo, te damos unas sencillas pautas, que esperamos os sean de interés:
1. Por definición, han de ser reales, cuantificables y alcanzables: No hablamos solo de competiciones, también un determinado tiempo en una distancia, número de repeticiones de un ejercicio, peso a mover, % grasa croporal…
2. Que sean retadores: Entra en conflicto con que sean reales, pero puede ser ambas cosas. Si algo que te propones no te supone un reto personal, estarás ya frustrado de ante mano.
3. Que te genere una emoción: Debemos preguntarnos que nos suponen estos objetivos. Quedarnos con los que nos hagan vibrar, nos generen emociones positivas, que nos hagan movilizarnos a la “acción”. Que nos merezcan la pena y nos preparen para el sufrimiento diario, para las piedras que encontremos en el camino, que seguro que los habrá.
¡Esperamos que os sirvan…A por todas!