Aunque no lo hemos sabido hasta estos días, el pasado 26 de junio, la triatleta surcoreana Choi Suk-hyeon, una de las grandes esperanzas deportivas del país, se suicidaba en el dormitorio donde se encontraba de concentración con el equipo nacional. El caso ahora lo está investigando la Comisión de los Derechos Humanos por el motivo por el que se ha producido.
La fallecida dejaba una carta antes de quitarse la vida donde rogaba a su madre que destapara todo esto ya que ella no pudo hacerlo en vida por temor a represalias en un país tan duro con sus deportistas y su rendimiento como Corea del Sur. Denunciaba también haber sufrido acoso físico y verbal por parte de su entrenador, su fisioterapeuta y por sus propias compañeras de selección durante varios años mientras competía a alto nivel.
Tras su fallecimiento se conoció también que la triatleta denunció de manera anónima ante la policía y ante la Federación de Triatlón de Corea del Sur los hechos, pero ambas instituciones hicieron caso omiso de los hechos y el abuso continuó. En una primera comparecencia ante las autoridades judiciales, el ex entrenador de la joven triatleta de 22 años afirmó haber presenciado como el fisioterapeuta de la selección la golpeaba con fuerza.
La triatleta tenía grabaciones en su teléfono móvil que demuestran el continuo abuso verbal y físico hacia ella; así como también las pruebas que confirman que estuvo hasta 3 días sin comer para que bajara de peso. En otra ocasión, y como castigo de haber bebido una gaseosa y un melocotón sin permiso, fue forzada a comer de golpe 150€ en repostería como castigo. Esto ocurre en un país donde ya es bien conocido como se tratan a sus deportistas y los castigos físicos y psíquicos a los que son sometidos para que rindan al máximo. Todo fuera del espectro humano, tratados como si fueran auténticas máquinas…