El deporte forma parte de la vida y, aunque nos gusta hacer noticias contando cosas buenas y bonitas, este tipo de reflexiones también son necesarias. Con todo el respeto del mundo hacia Gustav Iden, a quien acompañamos en estos duros momentos tras el fallecimiento de su madre, es uno de esos instantes en los que el deporte se humaniza. Porque, aunque a veces nos pensemos que no, nuestras estrellas también son personas. Incluidos los noruegos, esos «súperhombres» que se esconden detrás de auténticas burradas de números y medallas.
Gustav Iden realizaba una publicación en sus redes sociales para comunicar el fallecimiento de su madre, una mujer valiente que ha estado muchos años luchando contra el (maldito) cáncer. Y lo ha hecho para dejarnos un mensaje que humaniza el deporte, para recordarnos que lo más importante está fuera de él y para decirnos indirectamente que no debemos juzgar nunca los resultados de un deportista.
Porque lo hacemos a menudo ya sea de manera pública o interna (entonamos el ‘mea culpa‘ de ayer mismo), y Gustav no ha sido menos estos últimos días después de sus dos últimas apariciones en WTS donde no ha tenido el resultado esperado. Pero sólo él y su círculo más cercano conocía la batalla que estaba librando por dentro el actual campeón mundial IM: «Ha sido realmente difícil tratar de vivir una vida de alto rendimiento y correr alrededor del mundo cuando las batallas más duras se libraron en casa». Una frase contundente y dura que no necesita de muchas explicaciones, ya que hasta ahora no se conocía que detrás de las sonrisas y los espectáculos de Gustav Iden se encontraba una situación dura a muchos kilómetros de su casa.
Acostumbrado a pasar largas temporadas fuera de casa entrenando y compitiendo, no ha podido pasar mucho tiempo con su familia, pero Gustav, un verdadero campeón, ha podido acompañar a su madre en la despedida y ahora deja en ‘pause’ el deporte de alto rendimiento para devolver a su familia el tiempo que el Triatlón y los fans le hemos ‘robado’: «Por ahora me tomaré un tiempo libre con la familia y no sé cuándo volveré».
Otra historia dura pero necesaria de contar.