En el año 1839, el escocés Kirkpatrick Macmillan inventó la primera bicicleta tal y como la conocemos ahora: con dos ruedas, un sillín, un manillar y un movimiento gracias a sus sistema de transmisión mecánica. Pero desde la primera mitad del siglo XVIII las bicicletas han evolucionado mucho (y lo seguirán haciendo) hasta límites que aún no podemos imaginar.
Fue en el siglo XX cuando se inventó lo que hoy conocemos como bicicletas de triatlón, bicicletas de contrarreloj, «cabras» y un etcétera de nombres inventados para denominar a esta. Estas destacan, entre otras muchas cosas, por la aerodinámica que ofrecen a la hora de rodar sobre ellas; con un punto de gravedad más bajo y con una fusión entre deportista-bicicleta (casi) perfecta para arañar segundos al cronómetro y desafiar a las leyes físicas. El viento es la condición meteorológica que más influye en el rendimiento ciclista, por lo que con las geometrías de estas, se puede mejorar la aerodinámica.
Con estas bicicletas de contrarreloj se sacrifica la comodidad por la eficiencia, y es por ello por lo que es más difícil adaptarse a su posición frente a una bicicleta de ruta o de montaña. El desarrollo de estas, con un plato más grande de lo que podemos ver en cualquier bici de ruta, se debe a su uso en circuitos que no requieren tanto cambio de desarrollo y posición; y aprovechar así la posición y la pedalada durante un tiempo prolongado. Otro componente importante de estas son las ruedas, donde solemos ver perfiles altos tanto en la rueda delantera como en la trasera, así como la llamada «rueda lenticular» en la parte trasera; perfecta para rodar a altas velocidad aunque contraproducente (y peligrosa) en circuitos donde pueda haber mucho aire.
Otra de las características más destacables de este tipo de bicicletas es su manillar, donde se sustituye el típico manillar de bicicleta de ruta por unos largos acoples sobre los que podemos ir prácticamente tumbados sobre la misma y conseguir de esa forma aumentar la aerodinámica y la eficiencia y fuerza de pedaleo; teniendo nuestro sillín una posición más retrasada frente al eje de pedalier, el cuál podríamos considerarlo el punto central de la bicicleta. Es por estos acoples en formas de cuernos de animal por lo que las bicicletas de contrarreloj son conocidas vulgarmente como «cabras».
¿CUÁL ES LA MEJOR BICICLETA DE TRIATLÓN (CONTRARRELOJ, CABRA, TT)?
Es una pregunta de responder tan difícil como amplia. No existe ciencia cierta sobre ello, ya que a cada deportista le beneficiará o le perjudicará uno u otro modelo. Lo más importante para acertar en la elección es hacerse un estudio biomecánico previo para saber cuál es nuestra talla ideal así como los componentes de la misma que podrían jugar a nuestro favor. Lo primero que debemos tener muy claro antes de adquirir una, es que la bicicleta debe adaptarse a nuestro cuerpo y no al revés; por lo que podremos escoger el modelo/cuadro/colores que más nos gusten (¡Por supuesto!) pero sin olvidar que si queremos mejorar nuestro rendimiento y evitar lesiones, debemos tener en cuenta lo anterior.
Olvidando nuestras condiciones fisiológicas y suponiendo que nuestro cuerpo fuera el de una máquina, con un 100% de flexibilidad y adaptable a cualquier posición, por supuesto podríamos decir que existe la bicicleta perfecta; pero la realidad es bien distinta (y más fea). Es por ello que es recomendable (por no decir obligatorio) el leer reviews, opiniones y demás sobre los diferentes modelos existentes en el mercado para saber las sensaciones de otros deportistas que ya van un paro por delante nuestro en el proceso de decisión de compra; sin olvidar la individualización que ya hemos comentado anteriormente, pudiéndose satisfacer, únicamente, mediante el cada vez más famoso estudio biomecánico.