El Cuerpo de la Guardia Civil ha desarticulado esta misma mañana la mayor red de EPO para deportistas conocida en nuestro país, y una de las mayores de nuestro continente. Una intervención muy parecida a la Operación Puerto pero mucho «más retorcida y todo pensado al milímetro».
EL EPO SE SUSTRAÍA DE UN HOSPITAL PÚBLICO
Lo más significativo del caso era la forma en que se conseguían las dosis de EPO, donde se han encontrado hasta 850 dosis inyectables. Están eran medicinas públicas usadas en hospitales para el tratamiento de la anemia en enfermos renales crónicos y en terapias de quimioterapia para el cáncer. Aunque su uso eficiente está probado en este tipo de enfermos, su uso se considera prohibido en el deporte al ser una sustancia dopante. El EPO lo sustraía y distribuía un enfermo de un hospital público de la provincia de Cádiz.
Según ha podido conocer el períodico «ABC» el enfermo doblaba los pedidos realizados para el hospital. Es decir, si tenían que pedir 100, el enfermo hacía un pedido de 200 dosis, de las cuáles se quedaba con el 50% para sus distribución ilegal; todo esto, por supuesto, a cuenta del hospital publico.
SE PODÍAN ADQUIRIR DE MANERA MUY FÁCIL EN VARIAS PÁGINAS WEBS
Lejos de importarse este tipo de sustancia, los deportistas las conseguían a través de simples comprar por páginas webs que se encontraban en activo y «a plena luz del día»; ya que no se ocultaban en dominios extraños. Medicinas 100% públicas que se robaban del hospital y las distribuían auténticas «mafias» del dopaje español.
Nombres tan significativos como epototal.eu o epobest.com, webs que ya han sido intervenidas por la Unidad de Crimen Organizativo de la Guardia Civil y puestas a inspección profesional para desarticular por completo a todas las personas que formaban parte de este entramado. Están páginas estaban alojadas en lugares como Islandia o Nueva Jersey, donde el control de dominios y lo que se hace con ellos no pasa controles tan exhaustivos como pudieran tener si se encontraran alojados en servidores europeos.
Estas páginas webs solían hacer los cobros en ‘Bitcoins’, monedas virtuales de las que no queda ni rastro; así como por transferencias bancarias en entidades de fuera de nuestro país, mientras que las sustancias se transportaban por mensajería normal y corriente en un paquete que bien podría parecer cualquier otro objeto común.